Por razones de seguridad

Por razones de seguridad, no se hizo público el lugar de encuentro. Fue en un edificio céntrico de Madrid. El primero en llegar fue el propio inquilino del lugar. Después llegaron los de Mercadona y el del Carrefour.

-¿Hablásteis con los de los bancos? -Preguntó el anfitrión.- No es lo mismo sin ellos.

El hombre del Mercadona habló: -Sí, pero no está claro que vengan. Manda la del Santander y, ya sabes, las mujeres no lo ponen fácil.

Después llegó la gente del textil toda junta como si hiciesen equipo: los de Zara, Springfield, etc.

Al poco fueron viniendo el resto de los convocados, todos mezclados y en aparente armonía: el de Movistar con la de Vodafone, la de Seguros Bilbao y el de Alliance, etc.

Cuando llegó el hombre del Día tuvo ovación porque se le ocurrió llevar presentes para la ocasión.

-Nada de comer, ¡eh! Es que no no pensais en lo que hay que pensar.

Y todos se rieron.

Habló el anfitrión: -No sé si podemos empezar sin los de los bancos. ¿Qué opináis?

+No se puede hacer nada sin ellos. Lo controlan todo. ¿Pero podemos esperar tomando vino?

Empezó a correr el vino y con él, se diluyeron las suspicacias habituales. Cuando llegaron los de los bancos el ambiente era cálido. Sonó un sincero y atronador aplauso y se sirvió más vino.

-Bueno, -dijo el anfitrión- ya estamos más o menos todos. Ya sabéis por qué nos hemos reunido aquí. La sociedad nos mira mal. Nos quieren expulsar y no estamos dispuestos a consentirlo. Pero nuestros enemigos se están haciendo fuertes con discursos que están calando entre la gente. No será mañana pero, a este paso, no nos dejarán sitio ni para echarnos a dormir. Hay que hacer algo. ¿Ideas?

Nadie dijo nada. Hacía rato que sonaba música de fiesta, porque era lo previsto, una fiesta. Nunca se habían juntado tantos en el mismo lugar. Pero olvidaron el objetivo por lo gratificante del encuentro. Muchos incluso se ofrecieron a intercambiarse los puestos para ver qué se sentía. Eso llegó con el ron y la ginebra. Y se perdieron definitivamente las formas, los objetivos y la ropa interor. ¡Fiesta!

-¡Por favor! -Bramó el anfitrión- Nos hemos reunido para buscar soluciones a lo que nos esperaaaaaaa….

Y se lo llevaron en volandas para meterlo en la conga.

Al cabo de muchas horas prometedoras de reunión, cada uno se fue por donde vino, con desorientación, resaca y ganas de dormir ya entre sus cartones en el cajero del banco, en la entrada cubierta de la tienda de ropa, en el soportal de cualquier calle…

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