No sé por qué te resulta tan difícil entender que yo no quiero ser feliz… ni desgraciado. Siempre hay un término medio.
Recuerda que cuando maté a Toby porque te gustaba demasiado, me reconcilié con tu padre. Armonía.
Empiezo a pensar que no me llamarás. Lo estarás pensando y comentándolo con alguno de tus amigos y riéndote porque sabes que cuanto más tardes en llamar más me harás sufrir.
Puede que hagáis apuestas sobre si me pego un tiro o me tiro por la ventana.
Reconozco que lo he pensado. Puede que lo haga pero no antes de hablar contigo. Ha pasado algo muy grave que todavía no sabes y necesito que me digas tu opinión para actuar en consecuencia y equilibrarlo todo de nuevo.
Sigues sin llamar pero puedo aguantar un poco más.
Tengo mis pasteles favoritos y una navaja. A cada pastel un corte en la piel. Placer y dolor. El equilibrio. El punto medio.
Te conozco y sé que tu curiosidad hará que no me quede mucho tiempo aquí esperando. Si supieras lo que te tengo que contar…
Pero me estoy empezando a desesperar. Pasa el tiempo sin que llames y ya no se qué pensar.
Se me acabaron los pasteles y ya estoy harto de tropezar contigo cada vez que camino por la habitación y de mancharme los zapatos con este charco de sangre. A ver cómo se lo explico a la limpiadora.
Ya sé que estando muerta te importa un bledo, pero ten empatía.
Salgo un momento a comprar pasteles, quédate aquí.
Y llámame, por favor.