Buscando mi sitio

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De noche, claro.
La belleza del cementerio entre brumas sólo comparable a las brumas que te hacen ir al cementerio antes de tiempo.

-Ernesto, ¿otra vez aquí?

+Señorita, tengo que estar. Es mi trabajo. Sepulturero desde niño, ya sabe.

-Ya sé. Y verdugo también. ¿no?

+Señorita, yo vivo y mato como me mandan. Pero váyase a su sitio que no es este. Está ahí cerca, ya sabe.

-Estoy buscando mi sitio aquí. ¿Me puede ayudar?

+¡Señorita, no se ría de mi! Para estar aquí hacen faltan unos requisitos.

-¿Ha matado, Ernesto?

+No. El verdugo no mata. Los cuerpos que vienen a mi ya están muertos. Ya los mataron en el juicio. Yo sólo soy un artesano que hago que no se muevan mas.

-Yo podría matarle de la misma forma argumentando que alguien superior me lo ordenó. ¿Se da cuenta?

+Señorita, usted no me puede matar. Por favor, váyase a su sitio y déjeme trabajar.

-No me voy, Ernesto. ¿Tiene miedo?

+Usted es la que debería tener miedo. Podría matarla ahora mismo y nadie se enteraría. ¿Qué hace aquí?

-Usted no puede matarme. Busco mi sitio, Ernesto, ya se lo dije. Y, no me engañe, ¿qué busca usted?

+Señorita, busco a un alma. El cuerpo se quedó quieto hace meses. Yo lo hice pararse. La condenaron.

-Y, ¿para qué lo busca?

+Para decirle que la quiero y que no podré vivir sin ella.

-Busca en vano. ¿No sabe que las almas no tienen memoria ni sentimientos?

+Señorita, la esperanza es el lacayo de mi ambición. Y, usted, ¿qué sitio anda buscando?

-Busco el sitio en el que, tarde o temprano, estará mi verdadero amor. Él me mató pero no quería hacerlo, fue por la ley.

+Señorita, puede que ambos tengamos intereses comunes.

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