¿Costo o volante?

_DSC3468.JPG

Yo iba un poco pedo, vale, como siempre. Por eso no me sorprendió cuando vi su cara por el retrovisor de dentro.
Un tipo ensangrentado y con cara de zumbado en los asientos de atrás de mi coche. Bueno, no es habitual pero tampoco estemporáneo.
Me parecía un poco raro no recordar cuándo había subido al coche ni saber quién era, pero tampoco recordaba cómo había entrado yo en el coche por lo que supuse que todo iba bien.
Como el tipo no parecía muy dado a comunicarse ni siquiera para mantenerme despierto, puse la radio para molestarle.
Ni con el country reacionaba. Jugué al juego de cruzarnos las miradas a través del retrovisor para ver si se acojonaba, pero tuve que quitar yo la mirada para no darnos la hostia. Ya se me estaba pasando la risa del último, así que me hice otro para ver si era por el síndrome de abstinencia que dicen que es jodido.
Ahí sí que sentí algo extraño. Cuando estaba mezclando el costo llegó una curva muy rápido la hijaputa y tuve que elegir entre tirar el costo o coger el volante y no sabía qué hacer. Las manos ocupadas, la casa de en medio de la curva que se acerca y el coche a toda leche.
Yo siempre pienso que cuando tienes un problema lo mejor es no hacer nada pero en ese caso me lo estaba replanteando.
¿Costo o volante, volante o costo? Recuerdo que miré el cuentakilómetros y calculé que a cientoveinte no se me caía el costo aunque acabara en la cocina de la casa. Así que seguí a lo mío cerrando un poco los ojos por lo de los cristales y entonces el coche trazó la curva
perfectamente, mejor que si lo hubiera hecho yo sobrio y adrede.
Tras el susto vino el miedo pero no había por qué: no se me había caído nada y me acabé de hacer el canuto.
Sí que noté que el coche se conducía como solo. Más o menos que el vo lante se movía solo y que aceleraba y frenaba solo. Bueno, frenar no frenaba, sólo aceleraba y cada vez más. Cuando el cuenta pasó de cientochenta, dejé de mirar, porque pa qué.
Al principio me daba un poco de reparo pero me acostumbré enseguida. Era como ir en taxi pero en el asiento del conductor. El coche iba a todo lo que daba y trazaba las curvas como nada, hasta me pareció que esquivaba los baches. Pillé una birra, me relajé y a disfrutar.
Por el retrovisor mi pasajero desconocido sí que parecía un poco nervioso. Le ofrecí el canuto, la birra y mi sonrisa. Pero nasti.
Obcecado en mirar p’alante. Soso el tipo. Le di un cachete de colegueo en la cara pero mi mano atravesó su cabeza sin que hubiera nada que tocar.
Raro hasta para el asiento de atrás de mi coche. Ahí me empecé a acojonar. ¿Cómo coño voy a echar a este tipo de mi coche si no se le puede tocar?
A todo esto, las luces venían como los meteoritos en las pelis del espacio y subí el volúmen de la radio para hacer más ambiente. Abrí la ventanilla para sentir cómo el aire te mueve los pelillos del brazo, no hay más placer que ese, hasta sale en algún anuncio de la tele. A toda velocidad por la carretera, sin hambre ni sed ni ganas de mear y sin tener que manejar el coche. Placer absoluto. Hasta que..
¿Alguien sabe como es chocar contra el aire? Lo duro que es, joder. Vale que no sé si chocamos, pero sí que el coche se detuvo brúscamente. Y además justo en un lugar dolorosamente conocido por mi, y no son mis almorranas.
Y luego salío el puto fantasma de atrás, sí, creo que era un fantasma, porque eso no se hace, cuando se frenó el coche de repente y me estrellé contra el parabrisas y se me cayó el canuto y la birra y me llené la cara de heridas de cristales, menos mal que cerré los ojos, sólo se le ocurre decirme que si me acordaba de que en ese mismo sitio se había atropellado a un hombre hacía dos años.
Después, se fue. No esperó a que le abriera la puerta pero tampoco le hacía falta. Creo recordar su cara de ira y de como de que «si no fuera un fantasma te partía la cara por hijoputacabrón y por ser del Betis».
Salí del coche como pude. Encontré hierba fresca que me sentó casi tan bien como la otra. Me tumbé y pensé que qué coño pasaba. Sí, hace dos años me habían atropellado aquí mismo. ¿Y…?

5/5 - (11 votos)
Esta entrada ha sido publicada en Mediorelato y etiquetada como , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario